Heinz Delam Lagarde

Heinz Delam
1950

SOBRE EL AUTOR

La palabra «viajero» es, probablemente, la que mejor define mi vida. El periplo se inició en Burdeos (Francia), donde nací. Con apenas seis meses mis padres me llevaron a Berlín (Alemania) para que mis abuelos paternos y yo nos conociéramos. Volvimos a Francia y nos trasladamos a Redon, un pueblecito rural de Bretaña, donde permanecimos hasta que cumplí los siete años. A pesar de mi corta edad, nunca podré olvidar la bruma de los bosques encantados y las extrañas leyendas de origen celta que se contaban, en las tertulias al amor de la chimenea, durante las largas y frías noches de invierno. Allí empezó a despertar mi fantasía. Luego vinimos a vivir a España, y tras residir en lugares tan variados como Extremadura, Baleares o Madrid, pensé que por fin iba a echar raíces. Pero me equivoqué. Un buen día mi madre me comunicó que acababa de firmar un contrato como cooperante de la UNESCO. El traslado que se avecinaba era el más importante hasta la fecha: nos aguardaba un vuelo nocturno de ocho horas que nos llevaría al Congo Belga, un nuevo país que estrenaba independencia con el nombre de República del Congo. Con mis doce años recién cumplidos y mi maleta llena de fantasías cultivadas por los libros de aventuras, me preparé para la nueva experiencia. Y África no me defraudó. Allí me sumergí en un ambiente multicultural y multirracial que me abrió los ojos a la grandeza y complejidad de nuestro planeta. Me encontré con gente que procedía de los más diversos rincones del mundo, y con los propios habitantes del país —que luego pasaría a llamarse Zaire—, cuyas costumbres y filosofía de la vida eran tan distintas a las nuestras.


Fuente: Heinz Delam


Más por Conocer. Apre(h)ender al autor. Rosana Acquaroni