Decir deseo, el texto de Pedro Antonio Curto ganador del III Premio Incontinentes de Novela Erótica, es una obra cargada de erotismo pero, sobre todo un tratado sobre la mirada. Esta novela, hija de Bataille, de Schnitzler y de Junichiro Tanizaki, es un excelente tratado del alma humana. Como afirma Antonio Gómez Rufo en el prólogo, es mucho más que vouyerismo: «si algo puede afrimarse de Decir deseo es que estamos ante verdadera literatura, ante una novela que, de clasificarse en un género concreto, estaríamos minusvalorándola».
Cuando dos perdedores se encuentran y practican sexo como un alarido final, como si no hubiera un mañana, como la estación-destino, en esas horas de pasión y melancolía surgen toda clase de sensaciones físicas y psicológicas. Un minero desahuciado y una joven prostituta extranjera hacen un acto de amor en un lugar abandonado y los vemos y comprendemos a través de los ojos de un voyeur. De esa conjunción florecen unas horas de amor que valen por una vida entera. Es la confrontación entre Tanatos y Eros, la narración es erótica y conmovedora. Así es la novela de Curto y así es como su lectura desencadena un universo de placeres.
Asegura Gómez Rufo sobre esta obra que «es difícil encontrar una historia igual en la literatura actual». Y es verdad.