Grandes pelmazos de las letras universales» es una obra valiente que se atreve a reconocer que a muchos de los insignes autores que pueblan las antologías no hay nadie que les aguante. En ella su insensato autor pone repetidamente la zancadilla a esos gigantes con pies de barro de cuyo prestigio literario nadie duda y que han hecho dormir a varias generaciones de lectores incautos. En estas cómicas páginas hay muchos escritos apócrifos de escritores que están justamente olvidados, un buen número de refritos bien hechos que son un divertidísimo resumen de ladrillos infumables y también un puñado de artículos desmitificadores que demuestran sin lugar a dudas que la literatura es algo nefasto y deleznable. El autor no se arredra ante nadie y arremete contra escritores consagrados. Shakespeare, San Juan de la Cruz, Wilde, Lope, Quevedo, Arniches, Calderón, Salinger, Eurípides, Góngora, Conan Doyle, Moratín y muchos otros quedan aquí puestos a caer de un burro. Y muchos conceptos literarios —los clásicos, las antologías, las ediciones abreviadas, las figuras retóricas, la versificación, etc.— son vapuleados sin compasión para diversión y regocijo de los lectores.