Lectura: Luz donde la herrumbre
Un día, paseando, Antonio Portillo me describió así el porqué de este título, Luz donde la herrumbre —y, en general, un título es la metáfora clave sobre la que se construye toda la arquitectura que un libro de poemas es—: Paseaba por un pueblo abandonado. De repente me encontré una casa colapsada casi por completo, que me mostraba sus entrañas. (…) Quizá, el momento sublime fue cuando observé los hierros oxidados del balcón y de la barandilla de acceso a la puerta de la vivienda. Me emocionó que la herrumbre que me observaba tenía luz (rojiza, amarilla, ocre, parda, verde amarilla). La luz y la vida me estaban hablando desde la muerte o la decadencia más absoluta.
Este tratado poético acerca de la humanitas se construye sobre tres ejes fundamentales: la naturaleza, lo social y el amor a la humanidad. El propio autor se define como un poeta humanista en la realidad. El mundo de las mujeres, como parte sustancial de la humanidad, ocupa espacio en sus versos. Así, canta a su musa (Pilar, su amada esposa) y se alía en general con y pro las mujeres.
Si el gran poeta ruso Yevgueni Yevtushenko define la poesía como la educación de la delicadeza en la percepción del mundo, en este sentido me complace escribir que Antonio Portillo está en el buen camino.
María Antonia García de León