En Los ojos de la niebla Raquel Lanseros nos ofrece un libro muy meditativo que adopta con frecuencia el monólogo interior como recurso a través del cual distintos personajes reflexionan sobre sus propios sentimientos. Así, la poeta pone su voz libre, al servicio de los asuntos del alma: el recuerdo, el goce de vivir, la conciencia íntima, el asombro y la memoria.
“En cada libro de poemas hay múltiples voces que exponen cada una su identidad de ficción. Raquel Lanseros ha elegido este libro darle voz a los fantasmas que la habitan, unos seres tan cercanos a su realidad que parecen anónimos antihéroes de la calle del adiós. Y se convierten en refugios tristes de la conciencia literaria de Raquel, quien dosifica con mesura y languidez la narratividad de estos monólogos interiores. Encontramos al joven poeta que descubre, quizás demasiado tarde, la presencia del padre: a la mujer herida que cura las cicatrices del amor sin olvidar la piel del hombre / bruñida por el sol igual que el oro viejo. Mientras tanto, una mujer enferma contempla los juegos de sus hijos en el parque y recuerda los versos de Whitman, como crece la hierba; Y un hombre pasea por el puerto nocturno de su pasado, y comparte con los solitarios del Hudson el Manhattan celestial e inferno O sea, nos damos cuenta de las cosas cuando han pasado, aunque bien pensado esa es la lección de la vida: que hay que vivirla con el corazón”.
Antonio Ortega Fernández