La investigación de una serie de asesinatos sin resolver, acaecidos en Los Ángeles, San Francisco y Santa Cruz en verano de 1967.
Desde el preciso instante en que Toni Barrera cogió la pistola, se puso los guantes y salió a la noche, Figueroa era hombre muerto. Los Ángeles a finales de los años sesenta del siglo XX se mostraba como una promesa de redención, y la lluvia, como el título de una novela perdida, no decía nada.
Aquella obra desapareció por una razón poderosa y se mantuvo en el anonimato durante medio siglo hasta que el detective Mat Fernández recibe el encargo de un rico excéntrico. El caso lo arrojará a la investigación de una serie de asesinatos, sin resolver, acaecidos en Los Ángeles, San Francisco y Santa Cruz en verano de 1967. En la investigación se topará con la familia Bravo que controla, con mano férrea, los resortes del poder económico, político y social de la isla de Tenerife. ¿Puede una novela explicar lo que sucedió y lo que va a ocurrir? Conforme se va acercando a descubrir la verdad, Mat comprobará que el pasado regresa para zanjar cuentas pendientes y que su cliente no se detendrá ante nada. Deberá elegir, porque las muertes no han hecho más que empezar y solo a través de los ojos del puente podrá recuperar la memoria perdida.