El descubrimiento azaroso de una fotografía de una calle de Jerusalén desencadenó, tras una contemplación repetida, obsesiva, la escritura de cien crónicas callejeras alrededor de la malsana relación de vecindad entre palestinos y judíos, parientes lejanos mal avenidos, cuyo elemento bíblico desencadenante fue la pasión del odio.