Aracil es un chico tímido, débil, vulnerable, lector empedernido de Verne, Dumas, Mark Twain, Stevenson y Salgari. Tras la pérdida de su madre se producen cambios en su vida que le llevan a cambiar de colegio. Se encontrará con un grupo de canallas que se aprovecha de su bondad, de su miedo, de su inseguridad, atormentándolo y convirtiéndolo en objeto de burlas y violencia. La historia transcurre entre los cursos séptimo y octavo de la antigua E.G.B. y tiene mucho que ver con tantas otras de acoso escolar que aparecen a diario en los medios de comunicación.
Los canallas deberían comprender que sus excesos tienen consecuencias y lo que para ellos es sólo un pasatiempo, puede acabar convirtiéndose en un drama.
Son chicos de la más baja estracción social, sin intereses culturales, sin futuro, habitualmente conocidos sólo por el mote: el Roscado, el Moscarda, el Moreno, el Nano, el Pasa. Afirma Manuel Herrero en el prólogo: «es maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado en el aula, en el patio o en el entorno escolar. Según los estudios que sobre este tipo de maltrato se han realizado, el tipo de violencia dominante es el emocional, más que el físico, y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia». Vivimos un caso de maltrato, pero no todos acaban igual. Algunos se convierten en tragedia.