Un rocker capaz de llenar estadios fuera del alcance de los Rolling Stones o de reunir a un millón de personas en un concierto a los pies de la torre Eiffel. De descubrir a un guitarrista desconocido llamado Jimi Hendrix y de montar el mayor puente aéreo desde la II Guerra Mundial para llevar a sus fans a un concierto en Las Vegas. De convertir su relación con Sylvie Vartan en un fenómeno social. De publicar cuatro autobiografías, una de ellas encuadernada en piel de cocodrilo. De hacer películas con Godard y de tirar a la basura un cuadro de Francis Bacon tras una noche de borrachera con Mick Jagger. De jugar a la ruleta rusa entre montañas de cocaína y de hacer que un presidente francés interrumpa una cumbre europea para preguntar por su estado de salud. Desde que en 1960 apareciera en la televisión francesa y descubriera el rock a un país que no estaba preparado para ello han pasado sesenta años. Sesenta años de vida en la carretera, de excesos, de discos memorables, de fracasos monumentales, de drogas, de mujeres, de peleas, de coches destrozados, de soledad, de un éxito pagado duramente. Sesenta años de rock’n’roll a toda tralla.