Herenia y Fernanda recuperan las voces de tres generaciones mientras dialogan. En sus encuentros cuentan las vidas de los abuelos: un pintor llegado a Madrid desde una aldea gallega y una maestra de la Institución Libre de Enseñanza aficionada al teatro; de los padres, que sufren la dureza de la posguerra; de ellas mismas, deteniéndose en la infancia y en el paso por la universidad durante los últimos años del franquismo. Desde finales del siglo XIX hasta 1974 sepasan lo vivido, lo contado y lo imaginado como una mezcla de fábula y de historia. La novela evoca, de esta manera, los lazos que unen la experiencia individual con los acontecimientos históricos colectivos.