Lectura: La llama ebria
El surrealismo es la aventura radical en pos de una nueva concepción del mundo, del ser humano y de sus medios de expresión, “irreductible a cualquier programa teórico y ajeno a toda preocupación cultural”, en palabras de Annie Le Brun. Una apuesta pasional de tal intensidad que ha determinado su pervivencia en la actualidad, y que no se entendería sin la presencia de las mujeres surrealistas. La llama ebria reúne una galaxia de mujeres poetas, tradicionalmente relegadas a un segundo plano o incomprendidas por la crítica literaria, sin las cuales la historia del movimiento surrealista quedaría mutilada, y falseado el alcance de su mensaje poético. Traducida por Eugenio Castro y Jesús García Rodríguez y coordinada y prologada por Lurdes Martínez, esta antología propone desafiar los límites y estereotipos temporales, espaciales y de género asignados habitualmente al surrealismo, al incluir una constelación de mujeres surrealistas que desborda el ámbito cultural francófono, esbozando un mapamundi sin fronteras, así como el confín cronológico atribuido al movimiento, sea el final de la Segunda Guerra Mundial o 1966, el año de la muerte de André Breton. Poetas célebres (Valentine Penrose, Claude Cahun, Mary Low, Joyce Mansour, Unica Zürn) conviven en él con otras desconocidas para el público español (Irène Hamoir, Laurence Iché, Marianne Van Hirtum, Alena Nádvorníková, Carmen Bruna, Silvia Guiard, Aase Berg o Beatriz Hausner).
Que la llama nos posea.
