Lectura: Segunda parte
¿Qué heredamos de los ausentes? ¿Cuánto –o hasta cuándo– está permitido echarlos de menos? ¿Hablan las cosas cuando desaparece su dueño? ¿Es más dulce el amor o su recuerdo?
A traición –astuto como siempre o más inocente que nunca–, Rule aprovecha el momento cumbre de una boda en el campo para anunciar a Miguel su mudanza a Río de Janeiro. En Madrid, una anciana directora de cine prepara un remake de su primera película. Precisamente desde Brasil viaja el joven actor que sustituirá a Farley Granger, la estrella menor de Hollywood que la protagonizó en secreto.
Empieza el verano, Miguel acaba sus exámenes y se queda solo en una ciudad que se vacía. Todo el mundo va y viene ante su mirada inmóvil. Los personajes se engarzan en triángulos de vértices ambiguos, con dobles que se desvanecen o se triplican en días áridos y noches eternas. Las calles de siempre resultan desconocidas y se van pareciendo al escenario de los cuentos más tenebrosos.
El riesgo del olvido y los peligros de la buena memoria; los castings para reemplazar un amor vacante; los padres que se modernizan sin dejar de ser terribles; la tentación dolorosa de nuevas oportunidades y segundas partes: tras Los penúltimos, su brillante primera novela, Javier Montes arma una fábula compleja y apasionante, un juego de espejos poco fiables donde inciertos maestros del cine amateur ofrecen lecciones de amor para principiantes y siempre es dudosa la posibilidad de aprender algo.