Al principio no había colegio y pasábamos casi todas las horas, de casi todos los días, jugando en la calle.
Con Miguel Mari, con Sebas, con Txema y con su hermano Andrés.
Miguel Mari tenía una baraja de cartas que había encontrado en un cajón de la mesilla, en la habitación de su abuelo, y nos enseñó a jugar con ella.
El juego que nos enseñó Miguel Mari era muy sencillo. Se repartían todas las cartas y ganaba aquel que tenía el as de oros.
Éste fue el primer juego de cartas que aprendimos.
Nos lo enseñó Miguel Mari.
Una vecina que vivía en el portal de Sebas, de frente al nuestro, nos preguntó que cuándo íbamos a ir al colegio, que ya estaba bien de andar por ahí como niños salvajes. Yo le respondí que creía que cuando acabase el verano.
A las cartas siempre ganaba Miguel Mari.Repartiese quien repartiese, el as de oros siempre le salía a él.