La trayectoria poética de Miguel Veyrat es el trazado de un camino en busca del absoluto. El rumbo lírico viene determinado por una cartografía de la oblicuidad en que se impone la ausencia de referentes que vinculen lo real y lo textual. Toda verdad conquistada por la razón u otorgada por revelación es segada por una suerte de nihilismo poético que aspira a erigir un universo, exclusivamente textual, desde las ruinas de ese viejo mundo con el que el nuevo no guarda correspondencia lógica ni similitud analógica. De este material de derribo bajo el que yacen las antiguas verdades, Veyrat salva el pensamiento y la poesía, las ciencias del espíritu y los saberes empíricos, la historia y la leyenda y nos invita a adentrarnos en una espiral de vértigo. ÓSCAR GONZÁLEZ