«En mi pradera», de Frédéric Boyer

por Pedro Amorós

En mi praderaEn mi pradera, de Frédéric Boyer
Poesía – Sextopiso, 2015

En mi pradera es un largo poema del escritor francés Frédéric Boyer, publicado recientemente por la editorial Sexto Piso (Madrid, 2015, edición bilingüe, con traducción de Ernesto Kavi), con el significativo subtítulo de western. El poeta emprende viaje hacia un lugar soñado, acaso imaginado desde la infancia. El viajero llama a ese lugar “ma prairie”, es decir, mi pradera. La soledad invoca ese lugar, del que jamás regresará, quizá porque cercana está la muerte. Para el poeta la vida está en otro lugar. El poeta no ha soñado con tierras de hadas ni con islas desiertas ni continentes sumergidos. Ha soñado con una pradera, un refugio donde llorar en soledad. El viaje se inicia en la infancia, con la lectura de Fenimore Cooper, con las persecuciones de indios, con los trayectos en canoa. No es casualidad que el viajero hable del Mayflower y que los pioneros sean invocados en el poema.

Pero, ¿dónde está esa pradera imaginada? Más allá de este transitorio mundo se encuentra la contemplación del Ser de todas las cosas vivas y muertas. La pradera es como una voz invocada en la noche. Para llegar a ese lugar el poeta prepara su alma, se despoja de todo lo que le recuerda al lugar amargo del que huye. La idea es abandonar un mundo colmado de tedio, de aburrimiento. Rehacer la vida en un lugar de vastos horizontes.

La exploración de la pradera ofrece a la visión del viajero un cúmulo de estrellas en el cielo, mientras en la tierra pululan flores y pájaros variados, vacas, bisontes, cuervos, hienas, coyotes, cazadores, tramperos, exploradores, bandidos, pioneros, indios, cowboys, leñadores, en definitiva, todo el imaginario del western. La pradera también existe en la exaltación de la naturaleza, en el trébol del verano, en el murmullo de las hojas, en el viento que aúlla, en la inmensa tristeza del espíritu, en la loca persecución de algo que no se obtendrá jamás.

En mi pradera es la búsqueda de un espacio de imaginación, de pensamiento, más allá de las ruinas de este mundo, acaso la tierra prometida por la que lucharon todos aquellos pioneros que murieron antes de llegar a la pradera. El libro se asemeja a un salmo cantado, un jeroglífico murmurado, una ficción poética que cuenta la misma historia que todo el mundo imagina desde que el mundo existe, a saber, la posibilidad de una existencia libre y salvaje. Un canto de la contemplación, de la inmensidad, de la espera.

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