La culpa de que me haya aficionado a acariciar los libros, de sentir con el tacto las texturas del papel que lo contiene, de la portada que lo cubre, de aspirar su aroma de libro recién hecho, de mirarlo detenidamente, mientras lo acaricio paseando la yema de mis dedos suavemente por el lomo, por el interior, por la contraportada, por todo él, por todo el libro como si se tratara de acariciar a un recién nacido con el sumo cuidado de no dañar esa piel frágil y a la vez fuerte que lo protege, que lo protegerá de la intemperie, esa seda que contiene todo un tesoro, no es de otro que del editor que nos presenta la Colección Vagabundos de la Editorial Traspiés.
Libros como «Una sombra en Pekín», «Donde sueñan los tigres», «Perversiones», «El Rif» o «Agua quieta», por citar algunos, no solo son obras maestras por su contenido, sino que además, su continente nos ofrece un lugar donde nuestros ojos serán los primeros en ser sorprendidos, luego, una vez producido el flechazo ante la bien cuidada edición en la que no se ha dejado al azar nada, ya estamos «condenados», por suerte, a entrar en el mundo que tras esas imágenes primigenias se nos ofrece.
Es el caso al que este artículo se refiere, libro que me ha remitido Salvador Moreno Valencia para que lo reseñe, o al menos para que haga el intento de construir de la mejor manera este viaje -pero sería mejor, en lugar de construir, sustituir este verbo por el de describir-, que nos ofrece José Luis García Martín, y digo describir porque para usar el verbo narrar ya lo ha hecho y de un modo, yo diría más que excelente, el autor citado de este libro que nos ocupa, y a través del que he viajado sin levantarme del sillón. Aunque debo ser honesto y decir la verdad sobre la lectura de este libro, que no la hice en la hamaca que me traje de Guayaquil cuando decidí asentarme en las tierras de mis antepasados, una casita que había heredado en la zona de La Alpujarra, donde vivo desde hace unos años, decía que no fue este lugar en el que acostumbro a leer, sino que fue en el tren que me llevaba a Madrid cuando tuve la suerte de ser invitado por la embajada de Ecuador para una lectura de un poema que Pablo Neruda le dedicara a la ciudad que me vio nacer. Pero no es aquí donde corresponde hablar de mí, sino del libro que José Luis García Martín nos trae sumándose a esa Colección Vagabundos que como se ha dicho tan bien cuida su editor.
Pablo Suero dice en Viajando por paisajes y por almas: <
Cada relato una ciudad, en ellas a los escritores relacionados con las mismas o nacidos en estas, así podemos viajar por países en donde encontraremos a Leopardi que nos dice: <
También hallaremos en este libro referencias a Ega de Queirós, Eugenio de Castro, Fernando Pessoa, Nietzsche, Baudelaire, Keats, Foxá, Suero, Calvino, Freud, James, Anna María Ortese, o Cortazar entre otros; un viaje a través de una geografía literaria muy bien escogida por su autor que nos revela, no solo su gusto por la buena literatura, sino por la arquitectura, la historia y la vida nómada que este libro nos presenta en su recorrido por ciudades emblemáticas y por autores que una día o nacieron en estas o pasaron algún tiempo en ellas.
«Lecturas y lugares» de José Luis García Martín, un libro para descubrir un mundo de rincones mágicos donde transitaron escritores como Keats, Salinas, Mann, Amiel, Dos Passos, Byron, Shelley, Axel Munthe, y los citados anteriormente entro otros autores de los cuales, he de reconocer, desconocía algunos, y gracias a este libro he llegado hasta ellos: Literatura de altura, de tanta altura que a veces uno siente vértigo a través de las palabras con que sus autores los construyen.
«Lecturas y lugares» OTRA JOYA DE LA COLECCIÓN VAGAMUNDOS.
