Dimas Orozco consigue entrar en el ordenador de su jefe y se encuentra con un documento que se le antoja comprometedor para su empresa: alguien trata de recalificar unos terrenos para construir en ellos, a pesar de que ocupan una zona de protección especial de la avutarda.
Lo que comienza siendo una travesura muestra inmediatamente su cara peligrosa cuando Dimas se da cuenta de que un matón lo vigila. Ecología, solidaridad, ONGs de dudosa catadura, trabajos basura y religiones de la Nueva Era que aplican a la espiritualidad las conclusiones del marketing configuran el marco de un thiller con guiños al género negro, que no renuncia a la originalidad ni a la innovación narrativa.