Un viaje hermoso y trágico hacia la intimidad de una mujer.
Érase una vez una joven alegre, con ganas de vida y de amor. Trabajaba en ua joyería de una ciudad de provincias, y no pudo resistirse a los encantos de un apuesto policía que la encandiló con sus locuras. Se casaron y tuvieron dos hijios. Acabaron viviendo en un pequeño apartamento de Valladolid que ahora el hijo, ya mayor, recuerda con nostalgia. Vuelven a su mente los días luminosos en compañía de la madre, su figura inclinada sobre la tela que estaba cosiendo, sus charlas con las amigas y su figura esbelta que revoloteaba alrededor de las camas de los dos niños por la noche, protegiéndolos de los males que la vida acarrea.
Una novela de amor y espanto a la vez, de breves incursiones en la locura que se esconde tras los gestos cotidianos. La carta cerrada retoma los temas ya apuntados en Mi querida Eva, y borra por momentos las fronteras que separan lo vivo de los muerto, celebrando finalmente nuestra capacidad de sentir e improvisar nuevas emociones.