Hay poetas que se limitan a una sola ventana, a un solo horizonte, a un tema, y hay otros, como Julio Pavanetti, que no quieren limitarse ni a una ventana ni a un único horizonte. ¿Será por ser un exiliado de su tierra natal, en la que tenía y sigue teniendo sus raíces, que no le basta limitarse a un solo horizonte?
(…) Nuestro poeta siente la vida, su vida, como una fuerza que vaga en el tiempo que para él no es un círculo sino una espiral, o como dice en el poema «Dos puntos»: «El nacer y el morir / tan sólo son dos puntos / del espacio infinito (…) que van a sumergirse/ en el profundo / agujero negro del tiempo».
(…) La mayoría de los versos de Pavanetti son libres, pero el poeta domina la lengua con gran agilidad y varios poemas tienen una musicalidad y una fluidez mozartianas. Tal es el caso de los versos del poema «Fugaces», que además trazan con delicados plumazos una tarde «… ebria del vino tinto que ha vertido / el sol, sobre los bordes azulados / del mantel de la tierra».
Germain Droogenbrood