No decía palabras es una novela sobrecogedora en la que se mueven unos personajes en carne viva: fracasados, generosos, vulnerables, tocados por la ternura o por el rencor, por la enfermedad mental o por el desamor, pero siempre alejados de cualquier artificio.
Junto a sus vidas azarosas, emerge luminoso el mundo mágico de la infancia, donde se desvelará el sentir de unos seres inocentes, misteriosos y frágiles que son los niños en su primerísima etapa de la vida.
“Algo extraño y misterioso me ha ocurrido que podría cambiar el rumbo de mi vida. No entiendo por qué la visión fugaz de una madre puérpera y solitaria (una más entre las muchas que he visto a lo largo de mis veinticinco años de psicóloga) ha producido en mi ese impacto seco y desgarrador, como si se me abriera una herida antigua que ya tenía su surco hecho…”. Teresa Perri inicia así su Diario personal, en el que relata su encuentro con Maravillas. Un encuentro que cambiará el rumbo de su vida y que la llevará a compartir con ella infortunios, ilusiones, miedos y fracasos.