La obra aúna un compendio de poemas amistosos, fraternales y amorosos que, por vez primera, se articulan en torno a la femeneidad, en su primera parte, y en torno a la masculinidad, en la segunda parte. La autora defiende la diversidad formal en la poesía, es por esto que incluye en su poemario sonetos de ajustado clasicismo, poemas en metros octosílabos o alejandrinos, pero también incluye varias series de poemas que llama «Afónicos» precisamente porque se hallan desprivistos de una prosodia melódica y una métrica definida.
De sesgo inicialmente elegíaco, por los pecios o afectos del pasado que no han de volver pero perduran en los hondones del alma -en palabras de Prieto de Paula-, su lectura nos deja un regusto vitalista, de fe en la vida y apuesta por la intensidad de la entrega en el amor.