No eres nadie hasta que te disparan invita a una lectura narrativa, con una compartida voluntad simbólica que apenas cede sitio a lo biográfico, pero que deja en el rincón del pensamiento un cúmulo de verdades internas, una voz indulgente sobre el singular trazado de fronteras que encubre la existencia. Y lo hace con el tono insurrecto de quien se niega a usar expresiones asentadas en el coloquialismo, por lo que la dicción poética enlaza asociaciones sorprendentes, busca imágenes inéditas y hace de la adjetivación un afán lúdico.
Un libro distinto, que legitima un afán de vanguardia también para las verdades del corazón.