En la ciudad boliviana de Cochabamba una clase de muchachos inicia su último curso en el Don Bosco, un colegio privado y católico al que asisten sobre todo hijos de familias acomodadas.
Las borracheras, los primeros escarceos con las drogas y el sexo, las fanfarronadas, y las continuas faltas de disciplina son algunos de los ritos de paso con que los alumnos intentan, sin saberlo, afirmar su individualidad y liquidar su adolescencia. Al fondo, ligeramente atenuada por los muros del colegio, aparece la realidad boliviana de los ochenta: huelgas, inestabilidad política, racismo, desigualdades sociales, etcétera. De todo ello va dando cuenta Roby, el narrador de la novela.