«Sofá de arena» es un canto a la playa como verdadero centro de gravedad de todo isleño, relatado a lo largo de seis textos en los que el autor recrea un espacio literario de elogio a este lugar.
Para el poeta, la playa es un templo laico a la intemperie, cuajado de significado erótico en el más amplio sentido del término, a la vez que focaliza la ‘magua’ que origina la añoranza del isleño cuando se encuentra en el exterior.
En palabras de Antonio Puente, ‘Sofá de arena’ sintetiza la condición expectante del ser isleño, ese viaje inmovilista y vitalicio que emprendemos por la arena de la playa. La avenida y la orilla son la platea y el patio de butacas del anfiteatro de la vida social.