Si yo fuera Vila Matas

por Alvaeno

Dedicado a Valle Inclán

*“El orgullo del escritor de hoy tiene que consistir en enfrentarse a los emisarios de la nada —cada vez más numerosos en literatura— y combatirlos a muerte para no dejar a la humanidad precisamente en manos de la muerte. En definitiva: que a un escritor le podamos llamar escritor. Porque digan lo que digan, la escritura puede salvar al hombre. Hasta en lo imposible.”

Sí, si yo fuera Vila Matas, o al menos alcanzara el sueño de que él me ungiera con su varita mágica llena de palabras, de muchas palabras, sin que me tachara de escritor mediocre, y que me situara en esa clase de escritores que él defiende, en esos que se sienten orgullosos de luchar contra los emisarios de la nada, para combatirlos a muerte, y que él con su vara de medir me definiera como escritor, de los que se puedan llamar escritor, porque la única forma que he encontrado para salvarme es la escritura, y no leo para escribir, ni escribo para leer, escribo y leo para salvarme de esta infamia, de esta locura, porque no encuentro otra forma mejor de salvarme, aunque las conozco, las otras, las de esos emisarios de la nada que quieren dejar a la humanidad en manos de la muerte, pero yo no quiero ser uno de ellos.
Sí, si yo fuera Vila Matas, con mi ristra de premios, con mi ristra de libros publicados, sin miedo a decir lo que pienso sobre todos esos escritores mediocres, para que me odiaran y envidiaran más todavía, para llenarme la boca de citas y de sabiduría, para ser ungido por los grandes de la literatura y tener el poder que con tan sólo nombrar a un escritor encumbrarlo o arruinarlo; pero eso es un sueño, quizá inalcanzable para un estúpido como yo, un idiota con pretensiones literarias. Sí, si yo fuera Vila Matas, no tendría que fregar los suelos que friego para que pisen sus pies, y los de sus amigos, bien acomodados en lustrosos zapatos de marca; sí, si yo fuera Vila Matas, no tendría que fregar los urinarios donde él pone su noble polla para regarlos con su buen caldo con denominación de origen.
Sí, si yo pudiera tener ese orgullo sin que pareciese vanidad, y pudiera enfrentarme a los emisarios de la nada a muerte para hacer que la humanidad no caiga en le más absoluta necedad, algo imposible porque carezco de conocimientos, y no cito a otros escritores que haya leído para dar a entender que soy un hombre culto; sí, y probablemente Vila Matas, si llegara a leer este artículo, sin duda, me tacharía de botarate y de envidioso, y tendrá razón su palabra ante la mía porque no hay comparación alguna, la suya, tan sutil y tan elaborada, pero no, la mía, tan vulgar, tan necia, tan llena de envidia y de rencor como cuando una vez le escribí a otro escritor que, a veces, también relampaguea tras truenos y rayos construidos de vanidad, de pura y absoluta vanidad, y le dije, en uno de mis relampagueos, que si yo fuera Vila Mata otro gallo cantaría.

*Extraído del discurso de recepción del XII Premio Internacional de Novela «Rómulo Gallegos»

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