Y eso fue lo que pasó, de Natalia Ginzburg
Novela – Acantilado, 2016
En 1947 se publica la segunda novela de Natalia Ginzburg, Y eso fue lo que pasó (Acantilado, 2016). Profundamente infeliz tras la muerte de su marido, Ginzburg escribe una historia desesperada y conmovedora. Tratando quizá de encontrar consuelo en la escritura, describe en esta novela breve los avatares de una mujer que no ha sabido hacer frente a sus miedos, incapaz de vivir, siempre mirando en su interior. Y eso fue lo que pasó narra la confesión de una mujer que ha matado a su marido. A media voz, con un tono sutil e irónico, con un lenguaje descarnado, sencillo y poético, Ginzburg cuenta, en realidad, la historia de un matrimonio fracasado, la desesperación progresiva de una mujer que ha dejado la enseñanza por su marido y que no hace otra cosa que esperar y sufrir.
El relato tiene un carácter envolvente. La novela se inicia con un disparo y toma aliento mostrando las motivaciones que desembocan en este suceso. Una mujer mata a su marido. A continuación sale de casa, pasea, toma un café y se detiene en un parque rememorando su historia con Alberto, el proceso de enamoramiento y el posterior matrimonio, fenómenos que parecen alterar la melancolía y la rutina de su anodina vida. Obsesionada por las relaciones familiares, Ginzburg describe por una parte las ataduras que vinculan a la protagonista con sus padres y con la tradición, mientras, por otra parte, su prima Francesca es el exponente de una nueva generación que trata de romper los lazos familiares. El carácter alegre, abierto, de Francesca, contrasta con las obsesiones íntimas de la protagonista.
Ginzburg describe con precisión la evolución de los pensamientos y los sentimientos a través de las palabras, los gestos, las actitudes y las situaciones, repitiendo imágenes y metáforas para delimitar a los personajes. Todo lo que acontece en Y eso fue lo que pasó conduce inexorablemente al suceso que da inicio a la narración, es decir, la descripción del delito: “Le pegué un tiro entre los ojos”. La crianza de la niña que tiene la protagonista es una fase más de la infelicidad en el matrimonio. Los secretos y mentiras afloran poco a poco. Parece que no hay escapatoria posible. Cuando la protagonista de la novela viaja a San Remo con su prima Francesca se produce la enfermedad y la posterior muerte de su hija. Y conocer a Giovanna, la amante de su marido, es como una especie de desvelamiento, un paso más en el proceso de angustia vital que atenaza a la protagonista. Es curioso pensar que tanto su marido como su amigo Augusto, enamorados ambos de Giovanna, han estado a punto de caer en el suicidio. Quizá esa idea pasó por la cabeza de la propia Natalia Ginzburg al morir su marido a manos de los nazis. Por eso escribe con profunda desesperación, como si estuviese llena de tristeza. La novela está dedicada a Leone, su marido.
