"Durante todo el congreso sólo habló de literatura cuando tuvo que hablar, el resto del tiempo tomaba copas, hablaba de su familia de los viajes, contaba historias. Me pareció un ejemplo de cómo debiéramos comportarnos todo el mundo; teniendo una profesión, haciéndola de la mejor forma posible, pero luego siendo personas que no somos engreídas. No hay que creer que por hacer una determinada actividad artística eso nos convierte en seres especiales. Ana María Matute era especial porque era una persona absolutamente normal, absolutamente cotidiana y cercana a todo el mundo."