"A lo largo de mi vida como periodista, como escritor y como persona vinculada al mundo de la cultura, sobre todo en Galicia, he tenido la fortuna de conocer a muchos escritores, a muchas escritoras, muchos pintores y muchos artistas. Podría contar seguramente muchas anécdotas de todos ellos, pero hay una que es realmente entrañable y es cómo conocí a Don Gonzalo Torrente Ballester. Yo había leído prácticamente toda la obra que llevaba publicada hasta ese momento, es decir los años 70. Fui a hacer una entrevista a Torrente Ballester, era verano. Habíamos quedado en Baiona y, cuando llegué, lo primero en lo que se fijó Torrente fue en el aparato que llevaba. Llevaba un magnetofón que era un Uher que en aquellos momentos era un aparato difícil de encontrar y de conseguir en España. Se puso a hacerme preguntas sobre aquel aparato – ¿dónde la has comprado? – , porque él era un fanático de los magnetofones. Se nos fue no sé cuánto tiempo hablando del Uher y no hacíamos la entrevista y llegó el momento en el que acabó prácticamente haciéndome una proposición de comprarme el Uher que yo no se lo quería vender porque era mi herramienta de trabajo como periodista radiofónico, incluso con periodista para la prensa escrita porque solíamos grabar todas las entrevistas. Entre conversación y conversación se nos fue la hora que teníamos prevista para la charla. Acabamos yéndonos, con otros amigos que aparecieron, a una taberna de La Guardia, En esa taberna no hubo tampoco entrevista, pero otra vez siguió estando allí presente el Uher y presente la manía de querer comprarlo, incluso los amigos llegaron a hacer una puja. Se convirtió en una noche muy divertida en la cual Torrente Ballester acabó cantando tangos, cantando boleros y pasando una noche formidable. Para hacer la entrevista hubo que buscar otro día y, a partir de ahí, se estableció una amistad entrañable."