«Le pregunté: ¿Doña María, usted tiene que ver algo con un poeta llamado Rafael Alberti? Y se hizo un silencio total en el ascensor, porque ella era una mujer muy católica, de una familia de ultraderecha y no contestaba. Yo dije: ¿Qué habré dicho? Cuando llegamos al cuarto piso y se detuvo el ascensor, yo abrí la puerta, ella salió y, cuando yo estaba cerrando las puertas de dentro y ella las de fuera, me dijo: Rafael es mi hermano.»