«Recuerdo que eran las ocho en punto que llame a la puerta. Entonces Espriu, él mismo, me abrió la puerta … y se me queda mirando y me dice: Señor Solvedila, es puntual. Ja m’agrada, ja m’agrada. Entonces me cogió del codo y me llevó hasta … era una sala de espera de médico, porque realmente vivía en casa de su hermano que era médico.»