El Gijón y un bocazas

por Rafael Balanzá

Pues sí, amigos. Se ha fallado otra vez el Gijón, y lo ha ganado un primer espada (¿no queda antigua esta expresión?), bueno, un escritor con trayectoria, una figura conocida, en fin… creo que ya lo habéis pillado.

Así que va por delante, como corresponde y es de ley, mi felicitación sincera a José Antonio Garriga Vela que se ha alzado con el premio este año, por su novela El cuarto de las estrellas (Siruela, 2014).

Esto me recuerda que hace unos meses descubrí cierta reseña espuria de un libro mío. El seudo-crítico no daba la cara pero que sí dejaba ver el rabo bajo las faldas de no sé qué microscópica y muy hermética editorial. Sabido es que Internet está plagado de toda clase de monos chillones vestidos con librea. No dejan de hacer ruido agitando los cascabeles de sus gorros o chocando furiosamente sus platillos, para reclamar la atención de otros monos de parecido rango. Llegan a colgarse a veces (lo he visto) de la araña del salón virtual de celebraciones, para obtener sus quince nanosegundos de gloria.

No tengo nada, en principio, contra los sitios subversivos que se reclaman paladines de la Verdad y enemigos del Sistema. Incluso a sabiendas de que esa enemistad suele durar hasta el preciso momento en que los chicos del Sistema deciden poseer a estas castas doncellas por sus tres orificios principales, y ellas gozan de tal modo que ya no se recuperan nunca del deliquio. Claro que esto ocurre pocas veces.

No tengo, repito, nada contra estos garitos clandestinos de Internet. Yo mismo provengo de un agujero así, aunque no era digital sino de papel y currado a pie de calle.

Nada tengo que decir, por tanto, de la reseña de este bocazas, que va de cachondo mental y a veces (uno de cada quince intentos, más o menos) tiene gracia. Pone alguna pega. Dice, por ejemplo, que siembro demasiadas comas –acabo de revisar el pdf de mi próxima publicación y he añadido catorce que se me habían olvidado-, pero se nota que el libro le gusta. Él mismo lo declara. De modo que no me quejo de eso.

Lo que lamento es que trate de enfangar el Café Gijón, uno de los últimos premios no puramente comerciales que quedan en las letras españolas; por no decir el último, al menos entre los importantes. Proclama este enmascarado que ninguna editorial se molestaría en cribar cientos de originales… Estás muy mal informado, mi lenguaraz amigo. En este concurso, rara avis, no es el sello que va a editarlo, Siruela, quien hace la criba, aunque esto sea lo habitual en casi todos los demás premios. Lo creas o no, es a un grupo de profesores de literatura al que le compete este oneroso trámite –al menos así era en 2009- a instancias del Ayuntamiento de Gijón. Eso explica que la novela que lo ganó aquel año fuera finalista en otro certamen. Puedes verlo pinchando aquí…

El V premio Internacional de Novela ‘Javier Tomeo’ de la Universidad Rey Juan Carlos ya tiene prefinalistas

Así que no había trampa ni cartón. Si el otro premio, también limpio, se hubiera fallado antes, nos habría cantado otro gallo muy distinto.

En fin…, se puede hacer crítica todo lo cáustica que se quiera, puede uno ser el payaso number one del circo editorial, incluso un juramentado de la AUTÉNTICA LITERATURA, pero no es presentable enmerdar uno de los pocos venerables jarrones limpios que nos quedan en esta casa de lenocinio.

Rafael Balanzá

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