El juez Santiago Pedraz y sus simpatías.

por Rafael Balanzá

A modo de preámbulo.

Creo haber dejado claro ya en este blog, alguna vez, que soy contrario a la orientación ideológica y política del Partido Popular. Estoy convencido de que los gobiernos del mediocre y antipático José María Aznar prepararon el terreno para la actual degeneración nacional, fomentando una economía monocorde y basada en cierta prosperidad de cartón piedra que se ha venido abajo con la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria. Todo lo cual, dicho sea de paso, fue exacerbado y conducido hasta el extremo de la actual miseria por la inefable incompetencia de los últimos gobiernos del PSOE presididos por Rodríguez Zapatero.

Sin embargo -desgraciadamente, en mi opinión- el Partido Popular ha vuelto a ganar las elecciones. Por esa razón goza de una representación mayoritaria en las Cortes, sede indiscutible, en una democracia liberal decente, de la soberanía nacional. No entender o no aceptar esto, tratar de poner cerco o coaccionar a las instituciones democráticas fundamentales, pedir tolerancia o “mano blanda” para los grupos violentos que se infiltran en las manifestaciones y rechazan “el sistema” en su totalidad, es volver a incurrir en errores muy peligrosos. Un antecedente histórico a tener en cuenta es el de la reacción violenta y revolucionaria de gran parte de la izquierda de nuestro país en 1934, cuando una coalición de centro derecha, respaldada por la CEDA, gobernaba legítimamente tras haber obtenido el triunfo en las elecciones. Ya sabemos dónde termina el camino de la revuelta violenta y la conculcación de la democracia.

Y ahora esta pequeña “carta abierta” para los manifestantes.

Estimados amigos, os habéis encontrado con un aliado imprevisto. Un juez de la Audiencia Nacional peinado como Luke Skywalker y que responde al nombre de Santiago Pedraz. Hay que felicitaros. Pero debo deciros, con sinceridad, que me preocupan esos “radicales libres” que suelen infiltrarse entre vosotros. Porque más allá de las distancias éticas e ideológicas que me separan de ellos, los tengo por gente perspicaz y muy astuta y temo que no se dejen engañar por el manido truco de “poli bueno / poli malo”. Probablemente a estos extremistas a los que me refiero no se les escapará que el juez Pedraz forma parte de un aparato controlado políticamente y, desde su punto de vista, tan corrompido como todo lo demás. En consecuencia, no me extrañaría nada que intentaran llevar la protesta a ese mismo poder judicial que, en flagrante colusión con la partitocracia dominante y con el capital, viene amparando (¡insisto: según la opinión de esos radicales!) y favoreciendo con la impunidad toda clase de abusos, corruptelas, latrocinios, opresiones y expolios. ¿No forman parte los jueces, al fin y al cabo, del mismo Sistema que ellos han decidido combatir? No me sorprendería entonces que se les ocurriera la idea de rodear la Audiencia Nacional y llevar su algarada lo más cerca posible del despacho del altruista, incontaminado y fraternal juez Santiago Pedraz. Aunque estoy casi convencido de que si eso llegara a suceder, un hombre tan solidario y comprensivo no recurriría jamás a la fuerza pública. Me temo que más bien invitaría a tan enardecidos “defensores de la libertad” a entrar en su oficina y a disponer enteramente de él y de sus cosas. Si se puede llevar la protesta hasta las mismas puertas de un poder del Estado es inapelablemente lógico que también se pueda llevar hasta las puertas de otro. ¿O no?

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