La muerte de un amigo de casi toda la vida provoca en el protagonista -Toño- un desasosiego, un dolor, que le altera profundamente. Su nieto comprende la importancia del momento, la hondura de los sentimientos de su abuelo y le propone hablar de aquella amistad que duró décadas. Decidido a lograr que perduren esas vivencias, lleva una grabadora y nos ofrece, apenas sin retoques, la conversación sobre esa larga amistad, convertida más bien en un monólogo. Mills Fox Edgerton ha demostrado en anteriores novelas ser un maestro en la reflexión sobre lo efímero de la existencia, sobre el sentido de nuestros actos ante la muerte, y en el arte de la memoria. Recrea aquí unas vidas, pero también hace un retrato de una época, de unos valores y unas creencias. El valor de la amistad y del recuerdo quedan nítidos en esta novela sin artificios, profunda y sentida.