La pacífica existencia de Mario Menkell cambia de golpe cuando tiene que hacerse cargo de los efectos personales de su inquilino, Fernando Montalvo, que acaba de suicidarse. El atribulado Menkell descubrirá que el piso del que es propietario está abarrotado de los objetos más variopintos: una colección de vitolas de puros, un lote de gramolas antiguas, miniaturas, soldados de plomo…
Tras el desconcierto inicial, Menkell entenderá que las cosas de Montalvo pueden ser un guiño del destino, que por una vez parece haberse puesto de su parte. Ayudado por Beatriz, la mujer a la que ama en secreto desde hace años, Menkell será capaz de reconstruir la misteriosa existencia de Fernando Montalvo.