Mauricio o una víctima del vicio y otros “celuloides rancios” de Enrique Jardiel Poncela
Su figura y el jardielismo crecieron y crecieron, tanto como su incansable capacidad creativa, pero… don Enrique también adolecía de cierto ego que le hizo enemistarse con no pocos de sus coetáneos: críticos, actores, empresarios, compañeros de pluma… Entre estos últimos estaba Miguel Mihura, de quien ya se ocuparon Aguilar y Cabrerizo en otra obra que desentrañaba la génesis de Un bigote para dos, una película estúpida de Tono y Mihura que jugaba con la canibalización de una olvidada cinta austriaca. En feroz competencia con ellos, Jardiel se impone la tarea de trasladar la idea de sus celuloides rancios a un largometraje. Nace así Mauricio o una víctima del vicio, un disparatado experimento a costa de la película muda La cortina verde, que se batió en cartelera con Un bigote para dos en la España de la primera posguerra.
Y como, hasta donde sabemos, tanto La cortina verde como Mauricio están desaparecidas y es probable que nunca podamos ver esta obra de Jardiel, allá va, hermano lector, este ensayo en el que los autores nos cuentan todo lo que saben –por investigadores– sobre el periplo que le llevó a realizarla, sobre lo que esta película fue y supuso para nuestro cine y lo que de ella pensaron sus contemporáneos.
Santiago Aguilar (Madrid, 1959), director, guionista y documentalista, y Felipe Cabrerizo (San Sebastián, 1973), historiador cinematográfico, programador de cine y periodista radiofónico, son autores confesos de Un bigote para dos. El eslabón perdido de la comedia cinematográfica española (Bandaàparte, 2015).