Pedro quería un libro desnudo en el que solo hablasen sus poemas. No quiso prólogo ni un texto especial para la contraportada. Tan solo unos versos -eso sí, excelentemente elegidos por el autor- nos invitan desde fuera a entrar en el interior del libro: Era de noche/ y luego iba a ser de día/ y todos los aviones/ en los que la amé/ seguían pasando por allí. Versos que resumen, si bien no todo el contenido, gran parte de lo que nos encontramos dentro de la obra que os invitamos a descubrir.